Resumen: | La categorización decimonónica definía al docente como un apóstol laico de la civilización, donde las relaciones conflictuales con el Estado/patronal quedaban relegadas a un segundo plano, supeditadas a la importancia de la labor que le era encomendada al magisterio. Sin embargo, en contra de esta concepción tradicional, en el presente artículo se analiza la participación política de la Agremiación Tucumana de Educadores Provinciales, con énfasis en el breve período democrático que precedió al golpe de Estado de 1976. La acción gremial de este colectivo de trabajadores de la educación y el proceso de creciente politización vivido en el sindicato, nos servirán para demostrar que el sindicalismo docente estaba lejos de mantenerse al margen de los problemas que aquejaban a la sociedad tucumana, adoptando además una postura comprometida con otros colectivos de trabajadores. Lamentablemente, el protagonismo de ATEP supuso que el gobierno de la dictadura identificara a esta entidad como uno de los movimientos sociales a desarticular
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