Resumen: | El ocaso del siglo XX estuvo marcado por una ola de triunfalismo capitalista occidental. La caída del muro de Berlín, la aplicación a rajatabla de las políticas de austeridad, privatizaciones, flexibilizaciones del mundo del trabajo y aperturas comerciales, aparecían como la panacea para desarrollar las fuerzas productivas de «los países en desarrollo». Los obstáculos que representaban los estados interventores, los sindicatos y las izquierdas, debían ser removidos para conquistar los niveles de bienestar que el capitalismo podía alcanzar una vez cortados los lastres populistas. Sin embargo, los apologistas de la globalización neoliberal han fallado en sus promesas de mejoras para las condiciones de vida del conjunto de la humanidad. El advenimiento de una democracia profunda, la igualdad de oportunidades y la convergencia entre los países del Norte y Sur del mundo no solo no se verifica en la realidad del siglo XXI, sino que el abismo material que separa a las regiones, los países y las personas a lo largo y ancho del mundo, se ha profundizado. La ruptura definitiva de los regímenes fordistas en el norte y de los órdenes nacional-populares en el sur, tuvo como uno de sus resultados más salientes la multiplicación de la desigualdad entre los más ricos y los más pobres.
|