Resumen: | El objetivo de esta presentación es dar cuenta de las condiciones de posibilidad de la producción de un discurso sobre la subjetividad moderna. Para eso se realizó un recorrido por el pensamiento de Michel Foucault con respecto al concepto de discurso y lo que él llama la posibilidad de generación de las formaciones discursivas. El propósito es el de problematizar la cuestión de la eficacia de la palabra en la intervención clínica en nuestra época, comienzos del siglo XXI. Esta presentación es parte de una investigación más amplia acerca de las condiciones que posibilitaron el giro del psicoanálisis lacaniano -a mediados de los años 60- a una estructura de discurso. Esta investigación tiene como propósito general producir un entrecruzamiento entre el concepto de formación discursiva de Michel Foucault; el impacto de ese concepto en el análisis del discurso -de incipiente formación disciplinar en esos años- y el interés de Jacques Lacan de encolumnar al psicoanálisis dentro de lo que reinaba científica e ideológicamente en esos años en el territorio de la ciencia moderna. Se considera en esta investigación, a la manera de los historiadores de la Escuela de los Annales, que la historia debe ser una historia problema, no una historia relato. Una historia que construye su objeto a partir de interrogantes que surgen del presente, reformulando la relación del investigador con el pasado. De esta manera, la investigación se ocupa de responder que el psicoanálisis hoy se trata de una apuesta a una experiencia discursiva. Un discurso está constituido por enunciados y prácticas, dispositivos, protocolos y stadísticas y su poder radica en que sea aceptado como verdadero. El discurso es un acontecimiento irreductible. El enunciado como átomo del discurso es posibilitado por un conjunto de reglas o condiciones de posibilidad y de existencia de los mismos. El enunciado es una función que posibilita la constitución de un campo referencial de objetos e instaura un tipo determinado de subjetividad. No remite a una sustancia, no se trata de la particularidad de una persona. El enunciado implica una posición que puede ser ocupada por individuos diferentes. Foucault, para esta instancia, se inspira en Georges Canguilhem para quien la episteme es el presupuesto del ordenamiento mismo de las producciones de una cultura. La metodología de esta investigación es la misma que la arqueología foucaultiana que consiste en la detección de esas leyes que gobiernan y producen prácticas discursivas que son finitas y contingentes, es decir históricas. El zócalo histórico del discurso no es un discurso más profundo, a la vez idéntico y diferente. El análisis de sistemas discursivos históricamente definidos permite fijar límites y asignar condiciones de nacimiento y desaparición. Esto implica cuestionar el tema del origen, del sujeto y de la significación implícita. Se intenta cuestionar una subjetividad que constituiría las significaciones y luego las transcribiría en el discurso. No es el hombre, la conciencia o el sujeto en general el operador universal de todas las transformaciones sino un oscuro conjunto de reglas anónimas: lo que se denomina las condiciones de decibilidad. Así como en la historia es necesario aplicar un método arqueológico en busca de las condiciones que hicieron posible la aparición de determinados enunciados sobre el saber; en la historia personal de quien padece también habrá que hacerlo. Hay prácticas discursivas que se transmiten de generación en generación, creencias que habrá que particularizar y nombrar, posiciones ocupadas que son antecedentes familiares y que muchas veces son un destino. Desde la Edad Moderna hay un saber sobre el Hombre que ha moldeado nuestra subjetividad. Un saber que porta sus enunciados sobre lo humano, sobre lo normal y lo patológico. El desafío para la práctica analítica en el recién estrenado siglo XXI es responder ¿Sobre qué se enuncia? ¿Qué consecuencias tiene? Iniciar esa búsqueda de saber es una apuesta que nos convoca para ser más libres, para elegir mejor.-
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