Resumen: | Desde el campo de la psicología del desarrollo del conocimiento social y situados en el marco teórico de la psicología genética piagetiana, se realiza un examen analítico comparativo respecto de la teoría de las Representaciones Sociales (RS) argumentando que la última ofrece un enfoque capaz de potenciar la teoría genética del desarrollo cognitivo. Tal condición resulta pertinente en el estudio de la formación de conocimientos sociales y, de manera particular, en la investigación del desarrollo de las ideas infantiles acerca de la muerte, como es nuestro propósito. Se distinguen dos extensiones posibles del programa de investigación psicogenético en los estudios del campo social: una versión "literal" y una "crítica" (Castorina, 2005). Ambas versiones presentan entre sí puntos epistemológicos en contradicción. La versión crítica que se adopta, mediante la teoría de las RS, incorpora las dimensiones institucionales y culturales operantes en las interacciones con objetos socioculturales, como la noción de muerte. En esas interacciones las RS funcionan como condiciones de posibilidad del desarrollo de nociones particulares del conocimiento social, de modo tal que lo restringen o lo facilitan. Se puntualizan ciertas limitaciones del enfoque piagetiano "literal" para hacer intervenir las instituciones sociales en la explicación de este campo del desarrollo, no obstante, se pone de manifiesto que la teoría permite la incorporación de esta dimensión de las representaciones instituidas sin tornarse inconsistente. Si bien en términos generales toda representación hace referencia a un fenómeno simbólico de sustitución de un elemento representado por su representante, en el caso de la RS, los elementos representados son siempre objetos de naturaleza social, lo que posibilita el punto de contacto entre los procesos psicológicos constructivos y aquellos procesos sociales de generación de categorías desde las que se interpreta el mundo. Las RS presentan diferentes formas, y se definen por un grupo de características (refieren a un objeto, tienen carácter de imagen simbólica y significante, se construyen y son creativas) pero siempre se trata de un fenómeno grupal compartido y común: "una manera de interpretar y de pensar nuestra realidad cotidiana, una forma de conocimiento social" (Jodelet, 1884/1986).Actualmente, la mayoría de los autores coinciden en que cinco subcomponentes definen la noción adulta de muerte: la irreversibilidad, la finalidad, la causalidad, la inevitabilidad y la vejez. (Speece y Brent, 1984; Mdleleni-Bookholane, 2003; Smilansky 1987; Brent et al., 1996). Estos subcomponentes de la noción adulta tienen un desarrollo, y su emergencia no puede estar supeditada de modo excluyente a los mecanismos intelectuales o a las estructuras piagetianas. El estudio del desarrollo cognitivo de la noción de muerte en los niños, requiere la visualización de los mecanismos intelectuales, pero también el reconocimiento de las RS que preexisten a la génesis individual y la modulan. Las prácticas, los imaginarios y los ritos que rodean la muerte, institucionalizan un complejo de emociones y valoraciones sociales que restringen o favorecen el desarrollo. Se concluye que existen suficientes denominadores comunes entre ambos programas de investigación presentados como para considerar a la muerte un objeto complejo, pasible de ser estudiado por una psicología del desarrollo que supere la mera descripción de las ideas infantiles. Esta afirmación es coherente con una psicología que busca explorar los mecanismos del desarrollo en el proceso mismo, localizando continuidades y discontinuidades y superando falsas dicotomías.
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